13.- Primera vez: Que un huérfano ingresa en el Colegio de Valdemoro (1853)
El día 16 de marzo de 1853, el fundador y primer Inspector General de la Guardia Civil, Francisco Javier Girón y Ezpeleta, II Duque de Ahumada, dictó una circular regulando las edades y especiales situaciones de los jóvenes que podrían solicitar el acceso a la Compañía de Guardias Jóvenes, que en aquel momento se encontraba en ciernes.
Esta Compañía, concebida por el Duque de Ahumada con un marcado carácter social, tenía el objetivo de que los hijos y, especialmente, los huérfanos del Cuerpo cuyos padres hubieran fallecido en acto de servicio, pudieran acceder a la Guardia Civil bajo el lema de «premiar en los hijos las virtudes de los padres».
El ingreso en el centro de formación se organizaba de esta manera en varias categorías:
- 1ª Categoría: hijos de guardias, cabos y sargentos que, desde la creación del Cuerpo, hubiesen muerto de heridas, golpes u otro accidente ocurridos en función del servicio, siempre que los jóvenes huérfanos tuvieren la edad de 8 años cumplidos.
- 2ª Categoría: hijos de los guardias, cabos y sargentos del Cuerpo que estuviesen separados del servicio por inutilidad adquirida en el que presta la Guardia Civil, entre 14 y 16 años.
- 3ª Categoría: hijos de guardias, cabos y sargentos que prestaran servicio en la Guardia Civil o que en adelante sirviesen, siempre que sus padres lo soliciten en favor de aquellos.
El primer alumno en incorporarse a la recién creada Compañía de Guardias Jóvenes fue Leandro García Fernández, el 1 de junio de 1853, tenía ocho años, dos meses y 18 días, era de Vitoria y su pelo era castaño con los ojos negros. El 16 de abril de 1861, cumplidos los 16 años, fue promovido a Guardia Civil. Tres alumnos más se incorporaron aquel mismo mes: Hipólito Fernández Roldán, Gaspar Alvisu Jáuregui y Juan Teruel Baccé.
14.- Primera vez: “Polilas” una tradición de 1853
El cariñoso apelativo de “POLILLA” que reciben los alumnos del Colegio de Valdemoro año es una seña de identidad que identifica a todos los alumnos de Guardias Jóvenes, ya sean colegiados o exalumnos, corren varias versiones, dejando constancia de la siguiente: Se cuenta que, hace muchísimos años, con motivo de una revista al Colegio, El General Inspector del Cuerpo observó un diminuto agujero en el pecho del uniforme de un jovencísimo alumno, casi un niño. Al serle preguntado la causa del desperfecto, el chiquillo respondió con desparpajo; “Señor, debió ser alguna polilla; lo digo porque anoche no lo tenía”. A lo que añadiría el General, con infinita ternura; “Tú sí que estás hecho un buen polilla”.
15.- Primera vez: Primera Bandera Nacional concedida a la Guardia Civil (1854)
El 8 de marzo de 1854, Su Majestad la Reina Isabel II concedió la primera Bandera Nacional al desaparecido 1er Tercio de la Guardia Civil.
La Guardia Civil se nutrió desde su fundación con soldados veteranos o licenciados con honores. Por este motivo, la concesión del derecho al uso de la Enseña Nacional no era una cuestión acuciante, puesto que no era preciso que sus componentes prestaran el juramento ante la Bandera. Sin embargo, transcurridos solo unos años, las necesidades de personal provocaron que el sistema de alistamiento se ampliara a otras personas no habían prestado juramento a la Bandera anteriormente, entre ellos, tanto huérfanos e hijos del Cuerpo —integrantes de la Compañía de Guardias Jóvenes— como quintos y una parte del contingente general de reemplazo.
Este cambio provocó que el Duque de Ahumada, Inspector General de la Guardia Civil, dirigiera una carta al ministro de la Guerra el 22 de diciembre de 1853 en la que solicitaba para este Cuerpo «el uso de Bandera como a los regimientos del Ejército». Especificaba que la concesión del derecho al uso lo sería para el 1er Tercio, como Unidad más representativa del Instituto Armado.
La Reina accedió a la pretensión del Inspector General, no sin antes especificar que las características de la Enseña deberían ajustarse a la Real Orden de 13 de octubre de 1843 y que, conforme a lo mandado por las Ordenanzas, la Bandera sería llevada por el Subteniente más moderno del Tercio.
La primera Bandera de la Guardia Civil fue custodiada por el 1er Tercio de manera ininterrumpida, por lo que fue necesario variar su diseño al establecerse las variaciones en el Escudo de armas tanto a la llegada al trono de Amadeo I como al advenimiento de la I República, conforme a los Decretos de 30 de marzo de 1871 y de 2 de diciembre de 1873. La llegada al trono de Alfonso XII devolvería a la Bandera su diseño original.
Dicha Bandera permaneció en el 1er Tercio hasta que, mediante una Real Orden de 16 de marzo de 1910, se dispuso que fuera custodiada por el 14º Tercio que tenía sus Comandancias reunidas en Madrid. Desde ese momento, la Bandera más veterana de la Guardia Civil sería custodiada en la Sala de Banderas de dicho Tercio, con esa denominación o con las posteriores, inicialmente como 1er Tercio Móvil y, posteriormente, como la actual Agrupación de Reserva y Seguridad (ARS).
16.- Primera vez: Primera fotografía realizada a un guardia civil (1855)
A mediados de 1850 el ingeniero británico William Atkinson llego desde su Manchester natal a la ciudad de Reinosa para trabajar en las obras del tren y aunque su trabajo terminó en 1857, dejó un importante legado de 86 fotografías que hoy son parte del Patrimonio Nacional, él un gran aficionado a la imagen tuvo tiempo de dejar plasmados paisajes y personas de aquellos años. Siempre, fuera donde fuera, su equipo fotográfico era su compañero de viaje, en aquellos años era una actividad incipiente por lo que sólo ciertas clases acomodadas disponían de una cámara.
Entre las imágenes que retrató figura la que posiblemente sea la más vieja que existe de un componente de la Guardia Civil, los datos reseñan que fue realizada entre los años 1855 y 1857 y se encuadra en un reportaje fotográfico sobre la construcción del ferrocarril de Santander a Alar del Rey (Palencia) en su tramo de Alar del Rey a Reinosa. Gracias a su donación hoy figura como parte de la historia de la Guardia Civil.
17.- Primera vez: Creación de la Compañía-Colegio de Guardias Jóvenes (1853)
Ahumada veía que sus hombres caían o quedaban impedidos en acto de servicio y dejaban viudas y huérfanos. En aquella época era poco menos que enviarlos a la indigencia, por ello ideo la creación de un Centro en el que pudieran acogerse a los huérfanos e hijos del personal del Cuerpo para formarles y, en su caso, que nutriesen también las filas del Instituto.
Dictó una circular dirigida a los coroneles y tenientes coroneles jefes de Tercio, en la misma se impartían instrucciones sobre el derecho de preferencia a ingreso de esos jóvenes y para que llegase a conocimiento de todos los que considerasen que tenían derecho a solicitar plaza en la Compañía-Colegio, ordenó que además de su publicación en la correspondiente orden general de cada Tercio, se difundiera también a través de los boletines oficiales de cada provincia.
Las instrucciones eran claras, se establecían tres categorías. La 1ª correspondía a los hijos de guardias, cabos y sargentos, que, desde la creación del Cuerpo, “hubiesen muerto de heridas, golpes u otro accidente, recibidas aquellas u ocurridos estos en función del servicio, o que de sus resultas hubiesen fallecido”. En tal caso los huérfanos debían tener al menos la edad de 8 años cumplidos y ser solicitado por sus madres o tutores.
La 2ª categoría comprendía a los hijos del personal de los empleos citados, “que estuviesen separados del servicio por inutilidad adquirida en el que presta la Guardia Civil”. En este caso los aspirantes debían contar con 14 años y no ser mayores de 16, ya que la edad de 18 era la prefijada para dejar de pertenecer a la Compañía-Colegio y ser alta en el Cuerpo. Las peticiones debían ser elevadas por sus padres.
Y finalmente, la 3ª categoría comprendía a los de 14 años de edad que siendo hijos de los que ostentaban los referidos empleos, estuvieran sirviendo en la Guardia Civil, o que en adelante lo hicieran. En tal caso, los padres debían solicitarlo expresamente y proceder de la clase de voluntarios o de contingentes reenganchados, teniendo preferencia los que contasen con más años de servicio en el Cuerpo.
Los aspirantes de la 1ª categoría tenían preferencia para ocupar la totalidad de las plazas. Si no se ocupasen se completaría con los jóvenes de la 2ª categoría, y si aún resultasen vacantes, se terminarían de cubrir con los de la 3ª.
Las solicitudes, dirigidas al inspector general del Cuerpo, debían de cursarse por conducto del comandante de la línea (sección) de la Guardia Civil más próximo al lugar donde residiera el aspirante, con objeto de emitir los correspondientes informes. Además de cumplimentarse el formulario que se adjuntaba en la circular, debían documentarlas con la fe del bautismo del interesado, la partida de casamiento de sus padres y en su caso, el certificado de defunción del padre o la copia de su licencia o cédula de retiro.
Dicha circular concluía ordenando que los mandos a través de los cuales se elevasen las peticiones, debían informar “si el joven, para quien se pide la gracia, es digno de ella por su conducta, y en los que no sean hijos de los muertos en acción de guerra, si adolecen de algún defecto físico, tal que por él no puedan pertenecer a la milicia, cuando en su día puedan pertenecer al Cuerpo”.
Y así surgió lo que hoy es el Colegio de Guardias Jóvenes “Duque de Ahumada” de la Guardia Civil, lugar donde se siguen formando los hijos de personal del Cuerpo que desean seguir los pasos de sus padres.
18.- Primera vez: Primer uso del tricornio como prenda de cabeza
No cabe duda que de todas las peculiaridades que tiene la Guardia Civil, la más característica, es el sombrero conocido por “tricornio”, prenda de cabeza que desde la fundación y con el transcurso de los años ha ido sufriendo variaciones, que realmente no han sido otras que la modificación de las medidas. Esto desde luego, ha llevado consigo una trasformación sustancial del aspecto, forma y material, respecto al primer modelo aprobado. El origen de este emblemático sombrero de tres picos, hay que buscarlo, en el Duque de Ahumada, que quería que el Cuerpo que estaba creando, tuviera un uniforme con “aspecto severo, elegante, vistoso, única forma de conseguir la representación social que había de darse a sus componentes”.
A los pocos días de su segundo nombramiento como Inspector General de la Guardia Civil, en octubre de 1856, mediante una circular, recuerda la necesidad de usar un sombreo con las medidas reglamentarias (dadas en pulgadas y líneas, al no ser reglamentario, todavía, el sistema métrico decimal). Es en 1860 el “tricornio” empieza a evolucionar hacia el actual formato con unas nuevas dimensiones, aún en pulgadas, ya en 1866 el tricornio tiene la forma de hoy en día.
También existe el tricornio galoneado que solo se usa con el uniforme de etiqueta, prácticamente ya desaparecido, y el acharolado ha quedado relegado al uso en días de gala y contados servicios en edificios oficiales o de representación. En algunas unidades o destinos ni siquiera esto debido a que se emplea exclusivamente otra prenda de cabeza.